miércoles, 23 de marzo de 2011

Capitulo 33: Monstruo.

Dedicado a Aprhodite gracias por tu ayuda, eres un amor ♥ Eres mi comentadora oficial. ^-^
A Vaal: ¡Amiga, tu siempre te pones del lado de los malvados...! Por cierto... ¡¡Estas desaparecida!! Me has abandonado ya? Pfft, buena amiga que me encontré 88
Y a Viviana: ¡Has regresado! Diablos, si que fue MUCHO tiempo sin verte por aquí *-* Si, todas (menos Val) somos del Team Balthazar, ese chico es un bombón, lo ame desde que lo invente xD ¡Estoy feliz de leerte de nuevo! & no te preocupes, que las locas entendemos la locura temporal de las otras personas. Ajajaja.
Aqui un nuevo capitulo ;)
************************
—Oh, cariño, parecer sorprendida, ¿esperabas a alguien más o te molesta mi presencia? –Pregunto mientras se sentaba a mi lado, ladeando su cabeza inhaló suavemente.- Ah, claro…
—Y-yo…
—Tú, Aurorita, no tienes más que relajarte y esperar que ese idiota desaparezca. ¿Ya lo hizo una vez, cierto? Solo que ahora, no volverá…
— ¡No! ¿Qué diablos estas hablando? –él se encogió de hombros antes de inclinarse para besarme, retrocedí por primera vez asustada por él.— Fue fácil descubrir quien era, moví un par de piezas y la gente habló. Dime, cariño, ¿Por qué diablos elegiste a ese bastardo si puedes tenerme a mi, el futuro rey? –Su voz era un simple gruñido, su mano viajo a mi cuello y apretó de a poco aumentando su fuerza.- ¡Contéstame! ¡¿Por qué él y no yo?!
—Por que yo la amo y no es un simple capricho –dijo Balthazar apoyado en la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho, sus ojos ardían por la furia. Jean Paul no se movió, pero soltó un poco su agarre.
—Eso es mentira. ¡Yo la amo! ¡La amo más que tú! –siseo Jean Paul enseñando sus colmillos con amenaza.
—Si la amaras, sentirías respeto por ella… y eso –Balthazar señaló sus manos sobre mi cuello.- lo único que lograra es que te odie.
—Ella me quiere…
—No lo suficiente para elegirte, Jean Paul. Ahora, es mejor que la dejes.
—Ella es mía, bastardo…
— ¡No te atrevas a tocarla!
Jean Paul retrocedió, alejó sus manos de mi cuello y con una mirada burlona y la suficiente fuerza clavó sus colmillos en mi cuello.
Grite de dolor, y al segundo el caos total se desataba frente a mis ojos… Comenzaron a pelear.
No veía nada, tan solo la oscuridad el dolor extendiéndose por mi cuerpo, los calambres, fuego corriendo por mis venas. Los gritos.
¿Eran mis gritos, o eran los gritos de ellos?
Oh, si, eran ellos.
— ¡Está bien, está bien, maldición! tan solo… solo... no le hagas daño… ¡Detenle! –la voz de Balthazar era tensa, llena de horror.
Una carcajada y la bruma termino de llevarse mi conciencia.
—Actúas extraño. –murmuro Balthazar con la vista perdida en la ruinosa ventana. Trague en seco y seque mis palmas contra mis vaqueros.
Si, yo estaba usando vaqueros. ¡Y una blusa ajustada de color rosado! ¿Qué diablos hacia vestida así…?
—Se supone que funcionaria…
— ¿Funcionaria…? ¿Funcionar que, pequeño monstruo?
—Creí que si cambiaba un poco… ya sabes, llamaría más tu atención.
— ¿Qué?
—P-pensé… P-pensé que… y-ya sabes, que si cambiaba un poco, t-tú… -se detuvo por unos segundos antes de inspirar profundo.- Que si cambiaba tú me tomarías mas en cuenta de otra manera.
— ¿De que “otra manera”? -murmuró con despreocupación. Trague en seco, el hecho de que no me mirara y que no me tomara en cuenta era peor que estuviese furioso y gritara como loco exigiendo saber que sucedía.
—Y-ya sabes, de la otra forma. –él se giro, sus hombros tensos y su mandíbula apretada.
—No hay otra forma en que te pueda tomar en cuenta, Aurora. Así que explícate ahora…
—U-uh Esta bien. Creí que si cambiaba mi ropa y mi forma de ser llamaría tu atención de manera más err sexual…
Una gran sonrisa se extendió en su cara, sus brazos se cruzaron sobre su pecho y lo único que quería era desaparecer de la faz de la tierra. ¡Que vergüenza me hacia pasar este imbecil!
— ¿Y por que hiciste eso, monstruo?
— ¿Por qué? –Él asintió lentamente como si fuese lo más entretenido, la furia comenzó a bullir de forma asombrosa de mi cuerpo.- ¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡Vale, porque parece que después de compartir unos besitos tu mejor idea es despedirte y marcharte como si nada importara!
— ¿Eso crees, pequeña? –pregunto apretando sus labios para no dejar escapar una sonrisa, bufe y me apreté contra la pared. Él se acerco, con pasos largos y elegantes, estiro su mano y acaricio mi cara con la yema de sus dedos. Un suspiro tembloroso salio de mis labios y hice una mueca de enojo ante mi debilidad que él delineo con ternura. Sus ojos se oscurecieron, su mano bajo por mi mandíbula y acaricio mi cuello.- Entonces, estas demente, monstruo. ¿Sabes por la razón que me marcho? No, claro que no. Maldita sea, eres tan pequeña y frágil, tan delicada… Cuando te beso, te toco, demonios cuando estoy cerca de ti tengo la aplastante necesidad de tumbarte y follarte hasta que no puedas saber si soy parte tuyo o no.
Mis mejillas ardieron, él mojo sus labios y se inclino dejando su cabeza en el recoveco de mi cuello, su aliento reboto contra mi piel y cerré los ojos disfrutando este momento.
—Deberías sentirte mal por no entender que te amo tal cual como eres, no necesitas cambiar para que me llames más la atención. –Depositó un suave beso antes de enlazar su mano con la mía.- Vamos con lentitud, ¿vale? Para que te acostumbres.
—No me necesito acostumbrar, imbecil –espete ansiosa.- yo… u-uh se que estoy preparada, hazme caso…
—Créeme, lo necesitas –ronroneo con su voz llena de sensualidad. Y como si no fuese suficiente aclaración sus palabras, apretó su cuerpo contra el mío y al sentir su erección entendí que era lo que quería decir…

— ¡Maldita sea, despierta!
El dolor de mi mejilla dolió más que cualquier otra cosa. Abrí los ojos con un gemido escapando entre mis labios.
— ¿P-por que haces esto, Jean Paul? Me estas lastimando –dije mientras grandes lagrimas corrían por mis ojos. Él estaba inclinado sobre mí y sus ojos grises se oscurecieron hasta colocarse alarmantemente negros.-
—Tú lo hiciste. ¡Me haz dañado y lo estoy devolviendo de la mejor manera! –gruño apretando su mandíbula. Su mano se levanto, pero dudo en tocarme. Tras un momento, la dejo caer y alejo sus ojos de los míos. Su voz era como la de un pequeño niño terco, con una idea fija en la cabeza.- ¿Aun me amas, no es cierto?
Mis ojos se abrieron de par en par cuando apoyo su cabeza sobre mi pecho y se estremeció, Jean Paul… Jean Paul estaba llorando.
Todo desapareció a mi alrededor de lo único que fui conciente era de los sollozos ahogados y gemidos angustiados que soltaba de vez en cuando, mientras se aferraba a mi cuerpo con fuerza.
No hablamos. Pero sabía que esperaba que le contestara su pregunta. Y también el muy maldito sabía que no seré capaz de romperle el corazón.
¿Qué diablos hago?
—Jean Paul…
—Debo decirte algo. –Me corto con voz enronquecida por los sollozos, levanto sus mirada y me asuste al ver un matiz rojo en sus ojos.- Hay algo que te oculte por que era para nuestro bien… Pero ahora veo que no hay nosotros. Al menos no aun…
Se quedo callado mientras una juguetona sonrisa escapaba a sus labios, y su mirada se volvía distante como si estuviera recordando algo bueno. Muy bueno. O muy malo, quizás…
—Poco después de conocerte, ya sabía que tenías un compañero. –dejo escapar un suspiro con melodramática burla. Parpadee confundida, se suponía que él no supo hasta que me paso aquel pequeño accidente con la astilla… Inhale profundo y lo mire asustada.- Cuando rompimos… No debió haber salido así, maldita sea si Antonello no hubiese metido su nariz en esto ahora estaríamos juntos.
— ¿Qué?
—Si, para que sepas eres como un pequeño bombón con fresas, irresistible. –Él paso su nariz por mi cuello y sonrío dándole un suave beso, me retorcí intentado escapar pero solo me sostuvo con más fuerza.- Si, es cierto, te mordí… Y lo volvería hacer. ¿Después de todo somos una pareja, no es cierto, pequeña?
— ¡Estás loco! ¡Demente! Yo no soy tu condenada pareja, no tienes derecho a tocarme ni a probar mi sangre. –grite mientras luchaba por salir de entre sus brazos, palie todo lo que pude lo golpeé, pero ni se movió.
—Es cierto, no somos una pareja.
El miedo me comenzó a jugar una mala pasada. Jean Paul estaba cabriado. Demasiado. Y eso, en sus condiciones, era malo. Me quede quieta, sus ojos buscaron a los míos mientras una sonrisa tensa y dura comenzó a surgir de sus labios.
—Eres malvada, Aurora, mira donde me haz hecho caer… -gruño antes de abalanzarse a mi cuello.
Cerré los ojos y temblé de dolor. Me concentre en los recuerdos, no podía pensar en lo que estaba sucediendo…
Tenia que escapar de alguna manera.
— ¿Y, que dijo tu tía sobre el viaje?
—U-uh no le dije. –Me encogí de hombros y bese su mandíbula.- Dania y yo estaremos en una conferencia de personas de mentes desviadas.
Balthazar estallo en carcajadas apenas termine de decir aquello.
— ¡Deja de reír, no es gracioso en absoluto! –grite intentando sonar enojada, pero falle por la gran sonrisa que iluminaba mi rostro. Balthazar me miro por unos segundos serio antes de volver a estallar en carcajadas contagiosas.
—N-No puedo creer que le dijeras eso, monstruo. ¡Espera! ¿Tu tía en verdad lo creyó?
—Uhm… Si, eso es la parte que no te conté –dije mientras me sonrojaba y metía la mano a mi bolso de Emily Strange, rebusque un poco antes de sacar entre mis dedos un paquete de condones, sus cejas volaron y se puso a reír otra vez.- Mi tía, dijo que si necesitábamos más que la llamáramos y le diéramos la dirección de donde estamos.
— ¿Y que haría la pobre, levantarse, ir a la farmacia y comprar más condones y llevarlos mientras nosotros nos aguantamos las ganas? –Bromeo moviendo sus cejas sugestivamente, golpeé su hombro antes de darle un suave beso.-
—No esperaba menos de mi tía. ¿Qué dijo Denisse de nuestro viaje? –pregunte antes de acomodar mi cabello y subirme a su auto, en un segundo él estaba en su asiento.
—Dijo que disfrutáramos de nuestro fin de semana y que nos cuidáramos. –Su ceño se frunció un poco antes de bufar.- Dania, dijo que me volvería loco, ¿así que truco estas escondiendo, pequeña?
— ¿Yo? –Batí mis pestañas de manera inocente y sonreí con ingenuidad.- No he hecho nada… No te preocupes, prometo portarme bien. ¿Sabes que tiene jacuzzi? ¡oh, y también hay un sauna!
— ¿Aurora? –Pregunto después de unos segundos de silencio, yo levante la mirada y sonreí asintiendo.- ¿Estas completamente segura de esto, cierto? No quiero que después estés llorando y diciendo que te he robado tu preciosa virginidad y que soy un cabrón arrogante, presumido y no sirvo para nada.
—Oh, amor, te juro que estoy muy segura. Además, eso de "cabrón arrogante y presumido" es completamente cierto, pero de que sirves… -le di una mirada descarada y cerré un ojo con coquetería.- Si que sirves.
—Aurora –advirtió en un gruñido. Yo me reí mirando por la ventana.- ¿Qué tan lejos estamos?
—Bastante lejos de nuestra casa, y bastante lejos del centro a donde vamos. ¿Por qué? –pregunte sin desviar mi vista del paisaje. Él mascullo algo sin sentido y estaciono el auto antes de tomarme entre sus brazos y besarme con ansiedad.
—Porque, ya es hora de otra de tus clases –murmuro mientras besaba mi cuello y lo mordisqueaba con glotonería.

Todo estaba oscuro y frío, por un momento creí que estaba muerta, pero después me di cuenta de que no era así. No había rastros de Jean Paul, pero mi cuello dolía un montón. Me senté sobre la cama, y fruncí mi ceño, me estire y bostece.
Mis ojos volaron a la puerta, estaba sin seguro y no era una trampa. ¡Hora de irme! Pise el suelo y caí de rodillas, enojada, me levante y mire por que me tropecé. Grite con horror y retrocedí, cayendo otra vez a la cama. Levante mis pies y me auto abrace mientras mi cerebro intentaba procesar lo que acababa de ver.
Una chica desnuda y muerta…
Suprimí una arcada y salte lo más lejos posible, no volví a dar otra mirada al pobre cadáver y corrí a la puerta. Inhalando bruscamente la abrí y mire al exterior. Vacío. El pasillo estaba desolado, el problema era que no tenia la condenada idea de donde ir. ¿Derecha o izquierda? ¿Izquierda o derecha?
Izquierda. Si, es mejor la izquierda. Con los pies desnudos y un camisón blanco que apenas dejaba mi cuerpo a la imaginación corrí como si me persiguiera el demonio. Y es que justamente en eso se había convertido el pobre Jean Paul, en un demonio…
¿Era mi culpa o él era así desde antes?
Moví mi cabeza para espantar las ideas, ahora eso era lo que menos importaba, tenia que salir de este lugar. Pronto. Al final del pasillo este se dividía en dos, también me fui a la izquierda, corrí y corrí…
¿Y adivinen?
Era un pasaje sin salida.

2 comentarios:

  1. ¡Oh cielos O_O un pasaje sin salida! morireee ._.
    Malditooooo JP lo matare lo hare sin lugar a dudas es un degenerado ._. con problemas mentales xd
    yo siendo aurora lo mando pal C A R A J O asi xd sin anestesia :D
    es que... NO NO NO .i. LO ODIO en realidad siempre lo odie S I E M P R E u_u
    pobre Balthazar quee tuvo que hacer eso LA AMA *-* se le nota
    AWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW <3
    son una ternura juntos xd
    NO SUPERO LO DEL PAQUETE DE CONDONES HAHAHAHAHAHAHHAHAHAHAHAHA XD
    De serio que si ._. me desapareci pero vorvi y ahora no me voy *-* wiiii :3
    gracias por leerme $:
    ahh ahhh ahh me estoy volviendo loca ._.
    okey okey si presiono mejor me calmo y espero
    *esperando con una sonrisita de angel*
    me largo D: es tarde y mañana pal cole u_u
    bueno bueno se me cuida un beso chaii :3

    ResponderEliminar
  2. Valentina O.O si notaste que me fui *-* Pensé que no lo harías U.U
    Bueno, déjame explicarte que... mi desgraciada prima se llevo mi Notebook y quede sin nada con que trabajar xD
    Sin exagerar me estaba dando un heavy depresión... ¿Que hago yo sin ti? xD
    Bah, ahora, con respecto al capitulo déjame decirte algo. ¡TE ODIO! ¡MALVADA! ¡COMO LE HACES SUFRIR DE ESA MANERA AL POBRE JEAN PAUL!
    deberías pensar en el pobre...
    Ya se que vas a decir: "la defensora de los retorcidos" pero no hay nada que hacer soy así y no cambiare xDD
    Buuueno, recogeré nuestros adorables premios cuando tenga tiempo (si no, lo haces tu xD)
    Nos leemos luego ♥

    ResponderEliminar